El coronavirus ha impactado en la vida de millares de guatemaltecos que vieron sus ingresos económicos afectados al resguardarse de la pandemia. El área rural esconde innumerables historias.
Doña Catarina Velásquez es una mujer de 63 años que habita en el Caserío San Juan Pavayal, Santo Tomás la Unión, Suchitepéquez.
Vive sola y tiene problemas de audición. Todos la conocen como curandera del lugar. Desde que se reportó el primer caso de la enfermedad en Guatemala, quienes buscaban su ayuda dejaron de llegar. Conseguir el sustento diario ha sido difícil.
“Cuando se vino el sufrimiento de la enfermedad empezamos a llorar. ¡Dios mío! Ya no salimos. Entonces yo me desesperé porque pensé que nos vamos a morir”, narra Doña Catarina con la voz entrecortada cuando cuenta su historia.
Ahora en la mesa de doña Catarina hay 100 libras de maíz, 30 de frijol, 13 de atol, 10 de arroz blanco, 6.6 libras de avena en hojuelas, 5.5 de azúcar fortificada con vitamina A, 1 libra de sal yodada y 3 botellas de aceite vegetal de 800 ml. Ella es beneficiaria del Programa de Apoyo Alimentario del MAGA y el Gobierno de Guatemala.
“El atol lo voy a hacer y lo voy a tomar, ese es atol (señala la bolsa de atol que ha recibido). Mi frijol lo voy a cocer, le echo cebolla y apazote, después me lo como”, agrega.
Doña Catarina, al igual que medio millón de familias habitantes del área rural, podrá sobrellevar la cuarentena con comida en su hogar mientras que retoma sus actividades.
“Dios le ayudó al Presidente y al Ministro para repartir esta ayuda porque todas las cosas están siempre en sus manos. Les agradezco mil veces” concluye con una sonrisa en el rostro al mismo tiempo que se despide y resguarda en su hogar.