El cardamomo es una planta tropical perenne originaria del sur de Asia. Es apreciada por sus semillas aromáticas, utilizadas en la cocina y la medicina. Crece en climas cuyas temperaturas oscilen entre veinte y treinta grados centígrados. No tolera heladas ni temperaturas extremas, prefiere un ambiente húmedo y sombrío.
Idealmente debe plantarse bajo árboles o en lugares donde reciba luz solar filtrada, necesita humedad constante, entre el 60% y el 80%. Requiere que el suelo sea fértil, con buen drenaje y rico en materia orgánica. Cuando carecer de materia orgánica, es recomendable agregar compost o estiércol bien descompuesto, previo a plantarlo.
La siembra de cardamomo requiere que primero se remojan las semillas en agua tibia por 24 horas antes de sembrarlas. Estas se colocan en un semillero con tierra rica el que debe mantenerse húmedo. Aunque la germinación puede tardar entre 30 a 45 días, es el método más rápido y efectivo. Se dividen los rizomas saludables, con al menos dos a tres brotes, y plantan en agujeros con una profundidad de entre cinco a diez centímetros.
El suelo debe mantenerse siempre húmedo, pero sin encharcamiento. El cardamomo necesita riego frecuente, especialmente en climas secos, se deben colocar hojas secas o paja a su alrededor, lo cual ayuda a retener la humedad.
El cardamomo está listo para cosechar entre dos a tres años después de la siembra. Las vainas se recogen cuando están maduras, antes de que se abran, para secarlas al sol o en secadores especiales, previo a su almacenamiento.
El cardamomo puede plantarse junto a otras plantas que proporcionen sombra, como el plátano o el jengibre. Con estos cuidados, se puede obtener una buena producción de cardamomo para uso personal o comercial (JG/ea).