La siembra de tomate no es suficiente para el hogar de Elba Ramírez en San Antonio Palopó, Sololá. A sus 44 años, la señora Ramírez trabaja en su huerto familiar en el que también siembra haba, ejote y flores ornamentales, productos con los cuales obtiene algunos otros recursos que le permiten subsistir.
“Producimos al menos 10 libras a la semana de tomate, pero lo intercambiamos o comerciamos para comprar azúcar, aceite, o una libra de carnita”, relató Ramírez, la que extraña la ayuda de uno de sus cuatro hijos, quien dejó la casa familiar en busca de mejores oportunidades.
Elba transforma el haba y cuece atol, el que vende localmente. Antes solo tenía el apoyo del Comité Campesino del Altiplano, el que les proporcionó insumos y brindó capacitación para hiciera su huerto.
La viceministra de Seguridad Alimentaria y Nutricional, Klemen Gamboa, escuchó sus necesidades que van desde falta de agua, necesidad de semillas, herramientas, capacitación, fertilizantes hasta apoyo para el buen comercio de sus producciones.