La producción agrícola y los ecosistemas deben tener un equilibrio, lo cual es esencial para garantizar la sostenibilidad de la agricultura a largo plazo, preservar la biodiversidad y mitigar los impactos negativos en el medio ambiente.
La pérdida de biodiversidad y la expansión agrícola puede destruir hábitats naturales, como también la contaminación del suelo y el agua. El uso excesivo de fertilizantes y pesticidas, afectan los suelos porque los erosionan y agotan los nutrientes.
El impacto en los polinizadores, al no cuidar nuestros ecosistemas, daña algunas especies como las abejas. debido a los agroquímicos.
Para lograr el equilibrio debemos tener espacios de conservación natural como reservar áreas protegidas, dentro y alrededor de las tierras agrícolas, así como la diversificación de cultivos para mantener la biodiversidad, además de usar técnicas que restauren la salud del suelo y los ecosistemas.
Los ecosistemas diversos son más resistentes a fenómenos extremos. Los suelos saludables producen más con menos insumos y reducen los contaminantes en ríos y acuíferos.
Manteniendo los ecosistemas equilibrados con la producción agrícola lograremos tener una agricultura diversa y prolongada para nuestro sustento (JG/ea).
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